Imagínese que se le pide que conteste una encuesta sobre lo feliz que está con su vida en general durante el último mes. Así que usted lee la escala. Es una escala de cero a diez. Cero significa «más deprimido que yo, estás muerto» y diez significa «no sería humano estar más feliz que yo». Usted piensa, y luego, rápidamente asigna un número.
¿Qué ha pasado? ¿Cómo encontró este número? ¿Cómo calculó su cerebro este número? ¿Se trata de un número representativo de todos los momentos que usted experimentó durante el último mes? Después de todo, recapitular toda la felicidad vivida durante todo un mes en un número puede ser una tarea complicada.
Y lo es. Daniel Kahneman y algunos otros investigadores han demostrado que la forma en la que experimentamos felicidad en el momento presente es diferente de la forma en que recordamos la felicidad. En efecto, cuando recordamos cuán felices hemos sido en el último mes, nuestro cerebro no produce un promedio del nivel de felicidad experimentada en cada momento. De hecho, nuestro cerebro es influido por fuertes eventos emocionales y episodios recientes.
Dicho de otra manera, si su jefe le aumenta su sueldo, esto ciertamente tendrá un efecto positivo en su apreciación de su nivel promedio de felicidad durante el último mes. Lo mismo ocurre si ha vivido acontecimientos negativos y emocionalmente fuertes. De hecho, nuestra memoria descarta la mayoría de los momentos en nuestras vidas.
Estos sesgos en nuestra memoria se pueden utilizar para mejorar la felicidad. Por ejemplo, la psicología positiva propone un ejercicio en el cual, al final de cada día, usted tiene que recordar tres cosas buenas que le sucedieron durante el día. El objetivo es modificar positivamente su percepción sobre la jornada.
Así que, ¿por qué es importante conocer que la felicidad que usted está experimentando en este momento es diferente de la felicidad que recordará a partir de este momento? Es importante ya que afecta nuestras decisiones. Tomamos decisiones basadas en nuestros recuerdos sobre una situación y no basados en lo que realmente sentimos en ese momento, y lo hacemos sin estar siquiera conscientes de este proceso. Por ejemplo, si la felicidad es un objetivo político —ya que la política afecta a la felicidad— entonces, los políticos deben tener en cuenta que la decisión que ellos tomen debe estar basada en la memoria de la felicidad y no en la experiencia de la felicidad misma. Esto es cierto para todos los dominios de la elección humana: la vida personal, su elección de consumo, el empresariado, la política, etc.
Las decisiones que tomamos se basan en el funcionamiento de nuestro cerebro. Este funcionamiento puede verse afectado por sesgos de los que no somos conscientes. Esto es cierto en todos los aspectos de nuestra vida, incluso nuestra felicidad. Por lo tanto, si queremos mejorar nuestra felicidad personal o la felicidad de la sociedad, hay que tomar en consideración estos sesgos.
AUTOR: Renaud Gaucher
FUENTE: OECD Better Life Index