Sustancia Infinita - Lecturas - Cinco características de la determinación; ¿cuántas tiene usted?

Cinco características de la determinación;
¿cuántas tiene usted?

Recientemente me visitaron algunos amigos cercanos que han trabajado en educación con adolescentes por más de 40 años. Estábamos conversando sobre los estudiantes en general y cuando pregunté qué ha cambiado con respecto al carácter de los niños, al unísono dijeron «determinación» —o, más específicamente, su ausencia. Parece que existe una creciente preocupación entre los profesores de que los niños en estos días están creciendo blandos.

Cuando hice una inmersión más profunda, encontré que lo que mis amigos han estado observando en el campo, los investigadores han estado midiendo en el laboratorio. El papel que la determinación juega en el éxito se ha convertido en un tema del día, encabezado por Angela Duckworth, quien fue catapultada a la vanguardia del campo después de impartir una conferencia TED que desde entonces se ha visto más de un millón de veces. Además, Duckworth recibió una beca MacArthur, también conocida como Genius Grant, para continuar su trabajo. Y, mientras Duckworth ha hecho tremendos avances en el campo, se encuentra en los hombros de gigantes como William James, K.E. Ericson, y Aristóteles, quienes creían que la tenacidad era una de las virtudes más valoradas.

Según el diccionario Merriam-Webster, la determinación, en el contexto del comportamiento, se define como «firmeza de carácter; espíritu indomable». Duckworth, basada en sus estudios, ajustó esta definición a «perseverancia y pasión por objetivos a largo plazo». Aunque reconozco que ella es la experta, cuestioné su modificación; en particular, la parte sobre los «objetivos a largo plazo». Algunas de las personas más determinadas que he conocido carecen del lujo de poder permitirse considerar el panorama general y en cambio, deben reaccionar a necesidades inmediatas. Esto no disminuye el valor de su fortaleza, sino que más bien subraya que la determinación quizás tenga que ver más con la actitud que con el resultado final.

Pero la investigación de Duckworth se lleva a cabo en el contexto del desempeño excepcional y el éxito en el sentido tradicional, por lo que requiere ser medida con los resultados de pruebas, grados y medallas durante un período prolongado de tiempo. Específicamente, ella explora esta pregunta, si el talento y la inteligencia/Coeficiente Intelectual «IQ» son iguales: ¿por qué algunas personas logran más que otras? Es esa distinción la que le permite evolucionar su definición aunque subraya la importancia de definir su contexto.

Las características de la determinación que se describen a continuación incluyen los hallazgos de Duckworth, así como algunos que desafían la medición. Duckworth misma es la primera en decir que la esencia de la determinación sigue siendo esquiva. Tiene cientos de correlatos, con matices y anomalías, y su nivel depende de la expresión de su interacción en cualquier punto dado. A veces es más fuerte, a veces más débil, pero la constancia de su tenacidad depende del grado en que se le pueda acceder, encender y controlar. Así que aquí están algunas de las características más destacadas.

Valor

Si bien el valor es difícil de medir, es directamente proporcional a su nivel de determinación. Más específicamente, su capacidad para manejar el miedo al fracaso es imperativo y un predictor del éxito. Quienes son supremamente determinados no tienen miedo al fracaso total; más bien lo abrazan como parte del proceso. Ellos entienden que hay lecciones valiosas en la derrota y que la vulnerabilidad de la perseverancia es requisito para obtener un gran logro. Teddy Roosevelt, el abuelo de la determinación, habló sobre la importancia de superar el miedo y la gestión de la vulnerabilidad en un discurso que hizo en la Sorbona en 1907.

Dijo: «No es el crítico quien cuenta; no es el hombre que señala cómo el hombre fuerte tropieza, o dónde el hacedor de hechos lo podría haber hecho mejor. El crédito pertenece al hombre que está realmente en la arena, cuya cara está estropeada por el polvo, el sudor y la sangre; que se esforzó valerosamente; que se equivoca, que viene una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error y falta; pero quien en realidad se esfuerza por hacer las obras; quien conoce grandes entusiasmos, las grandes devociones; quien se gasta en una causa digna; quien, en el mejor de los casos, conoce al final el triunfo de un gran logro, y quien, en el peor de los casos, si fracasa, al menos falla mientras se atreve grandemente».

El temor al fracaso, o atiquifobia que es su término médico, puede ser un trastorno debilitante, y se caracteriza por una aversión al riesgo poco saludable (o una fuerte resistencia a abrazar la vulnerabilidad). Algunos síntomas incluyen ansiedad, bloqueos mentales y el perfeccionismo, y los científicos lo atribuyen a la genética, a la química del cerebro y a las experiencias de la vida. Sin embargo, no se alarme… el problema no es insuperable. En Amazon, una búsqueda de «miedo al fracaso» produce 28,879 resultados. Y mientras hay millones de diferentes manifestaciones y grados de la aflicción, un antídoto basal comienza con escuchar las palabras de Eleanor Roosevelt: «haz algo que te asuste todos los días». Como anoté en un reciente escrito, el coraje es como un músculo; tiene que ser ejercitado diariamente. Si lo haces, crecerá; ignorado, se atrofiará. El coraje inyecta combustible a la determinación; los dos son simbióticos, alimentándose uno al otro desde dentro y desde fuera y usted necesita gestionarlos tanto de modo independiente como en su conjunto.

En nota aparte, algunos educadores creen que la tendencia actual de mimar a nuestros jóvenes, al eliminar la competencia en los deportes, por ejemplo, está impidiendo que algunos niños realmente aprendan a fallar y que lo abracen como una parte inevitable de la vida. En nuestro esfuerzo por proteger a nuestros hijos de la decepción, ¿los estamos perjudicando inadvertidamente? El trato indulgente o sobreprotector y el cultivar el valor pueden resultar ser, definitivamente, compañeros irreconciliables. Como con todo, tal vez la respuesta está en el equilibrio.

Conciencia: Orientación al logro o el ser confiable

Como probablemente saben, está generalmente aceptado que hay cinco rasgos básicos de carácter de los que se derivan todas las personalidades humanas.  Los cinco grandes. Ellos son: el factor O (Openness o apertura a nuevas experiencias), el factor C (Conscientiousness o responsabilidad), el factor E (Extraversion o extraversión), el factor A (Agreeableness o amabilidad) y el factor N (Neuroticism o inestabilidad emocional).  Ellos conforman el acrónimo mnemotécnico «OCEAN». Cada uno existe en un continuo con su opuesto en el otro extremo, y nuestra personalidad es la expresión de la interacción dinámica de cada uno y de todos en un momento dado. En un minuto, usted puede sentirse más agradable, al siguiente más neurótico, pero afortunadamente, día con día, estos rasgos permanecen colectivamente bastante estables para la mayoría de nosotros.

De acuerdo con Duckworth, de los cinco rasgos de la personalidad, la conciencia es la más estrechamente asociada con la determinación. Sin embargo, parece que hay dos tipos de conciencia, y cuán exitoso sea usted dependerá de qué tipo usted sea. La conciencia en este contexto significa, cuidadoso y esmerado; meticuloso. Pero en un estudio de 1992, el educador L.M. Hough encontró que la definición era mucho más matizada cuando se aplicaba a la tenacidad. El estudio de Hough distinguía los logros de los aspectos de confiabilidad de la conciencia.

El individuo orientado hacia el logro es aquel que trabaja incansablemente, trata de hacer un buen trabajo y completa la tarea a mano, mientras que la persona confiable es más notablemente autocontrolada y convencional. No es sorprendente que Hough descubriera que los rasgos orientados al logro predijeron la competencia laboral y el éxito educativo mucho mejor que la fiabilidad. Así que una persona autocontrolada que nunca puede salirse de la línea puede no alcanzar las mismas alturas que sus amigos más mercuriales. En otras palabras, en el contexto de la conciencia, la determinación y el éxito, es importante comprometerse a ir por el oro en lugar de simplemente presentarse para la práctica. O, para decirlo con menos delicadeza, es mejor ser un caballo de carreras que un asno.

Objetivos a largo plazo y resistencia: seguir adelante

Como escribí en la introducción, tuve algunas reservas para aceptar la diferencia entre la definición de determinación de Webster y la interpretación de Duckworth. Ambas tienen que ver con la perseverancia, pero esta última existe en la arena del éxito extraordinario y por lo tanto requiere un compromiso a largo plazo.

Duckworth escribe: «… el logro es el producto del talento y el esfuerzo, este último una función de la intensidad, la dirección y la duración de su afán en pos de una meta a largo plazo».

Malcolm Gladwell está de acuerdo. En su libro Outliers, él examina las condiciones seminales necesarias para un éxito óptimo. Estamos hablando de lo mejor de lo mejor … Los Beatles, Bill Gates, Steve Jobs. ¿Cómo construyeron esas esferas de influencia tan increíblemente poderosas? Desafortunadamente, algunos de los hallazgos de Gladwell apuntan a mera suerte. Sin embargo, el área donde se cruzan Gladwell y Duckworth (y lo que realmente podemos controlar), está en la importancia de las metas y mucha, mucha, mucha práctica … 10,000 horas para ser precisos.

Resulta que la línea base del compromiso requerido para convertirse en un contendiente, incluso si está predispuesto con talento aparentemente prodigioso, es, por lo menos, de veinte horas a la semana durante diez años. La teoría de las 10,000 horas de Gladwell y los hallazgos de Duckworth se alinean de manera exacta. Sin embargo, una de las distinciones entre alguien que tiene éxito y alguien que sólo está gastando mucho tiempo haciendo algo, radica en que la práctica debe tener un propósito. Ahí es donde entran los objetivos a largo plazo. Proporcionan el contexto y el marco para encontrar el significado y el valor de sus esfuerzos a largo plazo, lo que ayuda a cultivar el impulso, la sostenibilidad, la pasión, el coraje, la resistencia… la determinación.

Resiliencia: optimismo, confianza y creatividad

Por supuesto, en su largo camino a la grandeza usted va a tropezar en la carrera y tendrá que volver a subirse al caballo. Pero ¿qué es lo que le da la fuerza para levantarse, limpiar el polvo y volver a montar? El futurista y autor Andrew Zolli dice que es la resiliencia. Tengo que estar de acuerdo con eso.

En el libro de Zolli, Resilience, Why Things Bounce Back, el autor define la resiliencia como «la capacidad de las personas, las comunidades y los sistemas para mantener su propósito principal e integridad en medio de los choques y las sorpresas imprevistas».

Para Zolli, la resiliencia es una combinación dinámica de optimismo, creatividad y confianza que, en conjunto, lo empoderan a uno para reevaluar situaciones y regular la emoción, una conducta que muchos científicos sociales llaman «dureza» o «determinación». Zolli lo lleva aún más lejos y explica que la dureza está compuesta por tres principios:

⦿ la creencia de que se puede encontrar un propósito significativo en la vida;

⦿ la creencia de que uno puede influir en su propio entorno y en el resultado de los eventos; y

⦿ la creencia de que las experiencias positivas y negativas conducen al aprendizaje y el crecimiento.

Un momento. Parece que hay mucho material aquí, pero esta es mi opinión sobre la situación con una ecuación elemental: Optimismo + Confianza + Creatividad = Resiliencia = Dureza = (+/-) Determinación. Por lo tanto, mientras que un componente clave de la determinación es la resiliencia, la resiliencia es el mecanismo de empoderamiento que le permite a uno levantar cabeza, moverse hacia adelante y perseverar a pesar de los obstáculos que enfrente a lo largo del camino. En otras palabras, la gente con determinación cree que «todo estará bien al final, y si no está bien, aún no es el final».

Excelencia vs. perfección

En general, las personas con determinación no buscan la perfección, aspiran a la excelencia. Puede parecer que estas dos características solo tienen sutiles distinciones semánticas pero, de hecho, están muy en desacuerdo. La perfección es el primo algo pernicioso de la excelencia. Es pedante, binario, implacable e inflexible. Ciertamente hay momentos en que la «perfección» es necesaria para establecer estándares, como en atletismo de rendimiento como el buceo y la gimnasia. Pero en general, la perfección es la percepción de un ideal de otra persona, y perseguirla es como perseguir una alucinación. La ansiedad, la baja autoestima, el trastorno obsesivo compulsivo, el abuso de sustancias y la depresión clínica son sólo algunas de las condiciones atribuidas al «perfeccionismo». Para ser claros, son barreras ominosas al éxito.

La excelencia es una actitud, no un fin. La palabra excelencia se deriva de la palabra griega Arête que está vinculada con la noción de cumplimiento de propósito o función y está estrechamente asociada con virtud. Es mucho más tolerante, permitiendo y abrazando el fracaso y la vulnerabilidad en la búsqueda continua de la mejora. Permite la decepción, y prioriza el progreso sobre la perfección. Al igual que la excelencia, la determinación es una actitud; parafraseando a Tennyson, «buscando, esforzándose, encontrando, y nunca cediendo».

¿Hay otros que añadir? Por supuesto.  La pasión es crítica, pero ¿qué papel crees que juega? Estoy seguro de que Duckworth continuará explorando y compartiendo las distinciones en los próximos años.

TED | Angela Duckworth
Determinación, el poder
de la pasión y la perseverancia

Ir a la escala

AUTOR: Margaret M. Perlis

FUENTE: Forbes

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